Durante los días 13 a 15 de septiembre, tuvo lugar en Praga la reunión del Comité Militar de la OTAN con la participación de los jefes de Estado Mayor de la defensa de sus respectivos países[1]. Se trataba de su reunión bianual centrada en esta ocasión en el aumento de sus capacidades militares y el apoyo organizado a Ucrania en un momento crítico para sus planes de defensa. La incursión en Kursk del ejercito ucraniano, la primera invasión de un ejército en territorio ruso desde la II Guerra Mundial, que pretendía distraer tropas rusas de la región de Donetsk, resultó un fracaso. Según el ministerio de defensa de la Federación Rusa[2], el ejército ucraniano «perdió más de 14.400 soldados, 113 tanques, 44 vehículos de combate de infantería, 91 vehículos blindados de transportes de tropas, 718 vehículos blindados de transporte» así como estaciones de guerra electrónica, radares, equipos de ingeniería, lanzamisiles y lanzacohetes MLRS de fabricación estadounidense. Por ora parte, la ofensiva rusa en la región de Donetsk consiguió hacerse con el control sobre las localidades de Kranogorivka, Vodiane, Galitsinivka y Grigorivka, todas ellas cerca de Pokrovsk, ciudad estratégica desde el punto de vista de las comunicaciones terrestres[3]. Además de la incursión del ejercito ucraniano en Kursk, Zelenski sigue intentando atacar centros de energía rusos mediante drones artillados en respuesta a los cada vez más frecuentes ataques rusos a la red eléctrica ucraniana.
Es en este contexto, el de una guerra sin visos de solución militar, donde el Comité Militar de la OTAN reafirmó su compromiso, no solo para seguir apoyando una solución militar, sino para proponer un salto cualitativo, defendiendo el uso misiles de largo alcance por parte del ejército ucraniano para destruir objetivos rusos a centenares de kilómetros de distancia de su frontera. Así, el jefe del comité militar de la OTAN, el almirante Rob Bauer, afirmó que Ucrania tiene el sólido derecho legal y militar de atacar el interior de Rusia para obtener ventaja en el combate: «toda nación atacada tiene derecho a defenderse. Y ese derecho no se detiene en la frontera de su propia nación»[4]. Aprobó además la creación del nuevo comando de la OTAN para el Entrenamiento en Ucrania (Centro de Análisis, Entrenamiento y Educación OTAN-Ucrania JATEC), para «el desarrollo de la capacidad de las Fuerzas Armadas de Ucrania para defender, disuadir y operar sin problemas con las fuerzas de la OTAN, aumentando la interoperabilidad de Ucrania con la OTAN». Es decir, admiten que la OTAN está actuando ya de forma coordinada con las fuerzas armadas ucranianas para allanar el camino hacia su futura integración en la Alianza.
El Comité Militar impulsaba así la línea defendida por Zelenski para reclamar la autorización del uso de misiles de crucero Storm Shadow y los misiles «ataque tierra-tierra» ATACAMS que le facilitaron a Ucrania el Reino Unido y los Estados Unidos de América. Esa entrega de misiles (con un alcance de hasta 300km) está condicionada a no ser empleados contra objetivos en el interior de la Federación Rusa. Indudablemente, las declaraciones del almirante neerlandés Rob Bauer forman parte de la presión militarista para que tanto el presidente Biden como el primer ministro británico Keit Starmer autoricen un ataque directo profundo en Rusia con armamento de la OTAN.
Esa posibilidad, que se está sopesando por parte del R.U. y de los EE.UU., fue valorada por el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, como el escenario hacia una «escalada mal controlada»[5]. Y el propio presidente Putin declaró que “Si esa decisión se toma no significará otra cosa que la participación directa de los países de la OTAN, de EEUU y de los países europeos, en la guerra en Ucrania (…), eso significará que los países de la OTAN, EEUU y los países europeos, combaten contra Rusia”[6].
La sola idea de la generalización del conflicto entre países con armamento nuclear (Rusia 5.889 ojivas nucleares y la OTAN 5.759), debería servir de disuasión a esa aventura militarista que refleja algo incontestable: la guerra de Ucrania no la pararán las armas. Cuanto más se demore una iniciativa de paz internacional que siente a las partes para negociar un alto el fuego y las condiciones de una paz duradera sobre la base del derecho internacional, más sufrimiento se producirá entre las poblaciones rusa y ucraniana y se retrasará la construcción de un sistema de seguridad europeo compartido, como única fórmula de alcanzar en Europa una progresiva desmilitarización y una seguridad garantizada.
Como indica Vicenç Fisas, director de la Escola de Cultura de Pau, «Ucrania no puede ser un conflicto con vencedores y vencidos, sino un conflicto “win-win”, donde todos ganan porque han decidido colaborar en la búsqueda, discusión y aprobación de una fórmula satisfactoria para todas las partes».