La actual configuración internacional esta basada en la superioridad, en todos los aspectos de la vida, del llamado bloque occidental. Es decir, estos países disfrutan de todas las ventajas económicas, sociales, políticas y geoestratégicas a costa del resto del mundo. (El salario medio en Occidente ronda los 1.500 dólares y el salario medio en el resto del mundo ronda los 200 dólares)
La mayor parte de las materias primas para el desarrollo y el bienestar de los pueblos occidentales proceden del llamado Tercer Mundo, a muy bajos costes y en algunos caso son prácticamente robadas.
Esta situación ha permitido que menos del 15% de los habitantes del planeta vivan en un mundo relativamente próspero y gozando de un nivel de bienestar elevado. El restante 85% de población mundial, poseedor de aproximadamente el 90% de los recursos naturales, en su inmensa mayoría vive prácticamente bajo el umbral de la pobreza.
Es por ello que el surgimiento del BRICS constituye más que una esperanza, el anhelo de la mayoría de los habitantes del planeta para un cambio hacia un mundo más justo y más equitativo que proporcione a la mayoría el mismo bienestar del que goza una minoría.
Este abismal y abusivo desequilibrio en el reparto de los recursos y riquezas mundiales forma parte de un sistema bipolar imperante e impuesto por los más poderosos durante los casi dos últimos siglos y que toca a su fin. A partir de ahora es necesaria la conformación de organismos supranacionales como el BRICS, con el objetivo de equilibrar las balanzas del bienestar de la población mundial e instaurar un mundo más sostenible.
Según ha trascendido, en la próxima cumbre del BRICS uno de los principales puntos de la agenda es la incorporación de nuevos miembros después de la avalancha de peticiones de diferentes países para integrarse en el BRICS.
Sin embargo el BRICS no puede cometer el mismo error que muchas organizaciones internacionales que lo han precedido como la ONU, Los No Alineados, Asia y pacífico, La Liga Árabe, la OUA, la CEI, etc.
Todas estas organizaciones fracasaron en su empeño de crear un organismo potente como contrapoder a los que han comandado los designios del mundo en los últimos dos siglos.
La principal razón del fracaso es la introducción en estas organizaciones de varios «caballos de Troya» dentro de ellas. Estados Unidos siempre se las ha ingeniado para encontrar colaboradores a su servicio que se infiltran en estos organismos con el objetivo de impedir que prosperen como organizaciones, por medio de obstáculos, filtraciones y sabotajes.
Entre estos «caballos de Troya» al servicio fundamentalmente de los Estados Unidos de América y su potentísimo lobby sionista, destacan en esta funcion de penetración, con amplia experiencia, las siempre colaboracionistas monarquías árabes encabezadas por Arabia Saudí, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
Estos países se han encargado, desde dentro, de reventar más de una organización supranacional.
En la relación de países que pretenden integrarse en el BRICS, hecha pública por el propio organismo, curiosamente figuran estas cuatro monarquías que seguramente representarán los intereses del imperio norteamericano y de su lobby sionista para cumplir como siempre con su objetivo, que es hacer naufragar al BRICS como ya lo han hecho con la Liga Árabe, Los No Alineados, El Magreb Árabe y la OUA.
El BRICS no debe, bajo ningún concepto, admitir la adhesión de este tipo de países, cuyo único propósito y finalidad es boicotear el éxito y la estabilidad de la organización, tal y como les encarga su patrón.
Fuente: https://rebelion.org/los-caballos-de-troya-del-brics/