La respuesta del Ministerio de Sanidad al amparo de la Ley de Libertad de Información reveló un aumento de las notificaciones de dolor torácico y episodios cardiacos entre los más jóvenes. Esto provocó reacciones encontradas entre los neozelandeses, muchos de los cuales expresaron su sorpresa y consternación ante el hallazgo.

Muchos se preguntan ahora cómo ha podido desarrollarse una crisis sanitaria tan grave sin una actuación más decidida de las autoridades. De hecho, tanto las autoridades como los principales medios de comunicación restan importancia a las alarmantes cifras y las tachan de mera coincidencia.

«Más de 30.000 personas han acudido a urgencias con dolor torácico este año, frente a sólo 2.000 personas antes de la pandemia», declaró el médico neozelandés Dr. Guy Hatchard.

«Es difícil comprender la magnitud de este desastre, pero los datos sobre dolor torácico y eventos cardíacos no son una estadística aislada».

A finales de 2023, Nueva Zelanda tenía una tasa de vacunación contra el covirus extremadamente alta. Aproximadamente entre el 94 y el 95% de la población elegible (mayores de 12 años) había recibido al menos una dosis de la vacuna.

Los últimos resultados de la encuesta Medsafe, realizada hace dos años pero publicada recientemente, ponen de relieve que una de las consecuencias a largo plazo más frecuentes de la vacunación es la inflamación del corazón (miopericarditis).

En la encuesta participaron casi 300 pacientes a los que se diagnosticó miopericarditis tras recibir la vacuna Covid-19 de Pfizer.

Los resultados son inquietantes: el 96% de los participantes declararon dolor torácico persistente, y muchos también experimentaron fatiga, dificultad para respirar y mareos durante meses después del diagnóstico inicial.

Contrariamente a las declaraciones anteriores de las autoridades sanitarias de que los problemas cardiacos causados por la vacunación serían leves y de corta duración, muchos pacientes siguen luchando con síntomas graves.

La edad media de los pacientes afectados es de sólo 36,5 años, y la mayoría son varones. Varios pacientes compartieron sus experiencias, desde la incapacidad para trabajar o hacer ejercicio hasta las dificultades para realizar actividades cotidianas como cuidar de sus hijos.

Muchos señalaron que los médicos descartaron inicialmente sus síntomas como problemas de salud mental o ansiedad, lo que no hizo sino retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuados.

Se espera que este año más de 30.000 personas acudan a los servicios de urgencias de los hospitales con dolor torácico, frente a sólo 2.000 antes de la pandemia. La magnitud del problema es literalmente asombrosa.

Sin embargo, a pesar de las alarmantes cifras, el público sigue estando muy desinformado. Las cifras oficiales han tardado en aparecer y muchos creen que se sigue restando importancia a todas las consecuencias de los problemas cardíacos relacionados con las vacunas.

Esto plantea serias dudas a la población sobre la transparencia de las autoridades sanitarias neozelandesas y el futuro del control de la seguridad de las vacunas.

Fuente: https://thepeoplesvoice.tv/new-zealand-reports-15-fold-increase-in-heart-problems-following-covid-vaccine-rollout/