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Mundo24

Rusia vs el Vaticano

En vistas del fracaso de los intentos pacíficos para una conversión de Rusia al catolicismo Romano, Roma se vio forzada a cambiar su táctica, y la táctica que decidió adoptar fue destruir al gobierno comunista de la única manera posible, mediante un ataque militar. Sin embargo, este objetivo era lejano, y solo pudo germinar con el surgimiento del fascismo y del nacional-socialismo, que eran anti-comunistas.

El mayor aliado ideológico del Vaticano fue inevitablemente el nacional-socialismo, dado que como Hitler había expresado en ‘’Mi Lucha’’, uno de los objetivos centrales del nacional-socialismo era la conquista del Este de Europa, lo cual lógicamente suponía la destrucción del régimen comunista ruso, y también la occidentalización de los territorios conquistados, incluyendo, como mas tarde se vio, políticas de asimilación y exterminio.

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El Vaticano comenzó a apoyar a los diferentes movimientos fascistas y al nacional-socialismo con el fin claro de una intervención militar que destruyera a la Unión Soviética. Cuando Hitler comenzó a dar sus primeros movimientos para conquistar Europa, el Vaticano pidió que Rusia se viera excluida de las negociaciones en torno a la anexión de Checoslovaquia por parte de Alemania, lo cual fue crucial dado que Checoslovaquia, con sus fortificaciones, en conjunción con el resto de los aliados hubiese supuesto una formidable barrera para Hitler. Esto hizo a la Segunda Guerra Mundial inevitable, sumado a que Rusia, tras la invasión de Finlandia, fue excluida de la sociedad de naciones, en un marco de movilización de la opinión mundial en contra de Rusia, algo que fue instigado por el Vaticano. Tras la rápida victoria de Hitler sobre occidente, Alemania pudo hacerse con el control de los balcanes, que incluían estados ortodoxos, y en 1941 Hitler finalmente decidió atacar a la Unión Soviética con la mayor invasión militar de la historia humana. Al inicio de la guerra, todo parecía indicar que la Unión Soviética colapsaría y que la Alemania Nazi ganaría la guerra en cuestión de poco tiempo. Sin embargo, esto no ocurrió, el avance de Alemania y sus aliados primero se estancó, y luego Alemania y sus aliados se vieron obligados a retroceder hasta ser aniquilados, con el coste de 27 millones de vidas en la Unión Soviética, pero también con el coste para los alemanes del 80% de las perdidas militares que sufrieron en todo el conflicto. Los planes del Vaticano no solo tenían como fin la destrucción del comunismo, ya que con la destrucción de la Unión Soviética se tenía como objetivo la destrucción de un rival religioso, en este caso la Iglesia Ortodoxa.

En 1929, el gobierno fascista italiano y la iglesia romana firmaron los pactos de Letrán, otorgándole al Vaticano su independencia política y el restablecimiento de las relaciones entre Italia y los representantes de la Iglesia romana, y a cambio los sacerdotes tenían que hacer un juramento de lealtad al líder Benito Mussolini, de acuerdo al articulo 20 del concordato.

Esto supuso la alianza de la Iglesia romana con las fuerzas anti-comunistas de Europa, que no terminó en Italia, si no que llegó a Alemania. El Vaticano dio ayuda a los nazis para que tomaran el poder en Alemania, utilizando al partido católico de Alemania, al cual el Vaticano les dijo que votaran por el partido Nazi. Esto le dio a Hitler la mayoría electoral que necesitaba para formar un gobierno en 1933. Sumado a esto el Vaticano le dio ordenes a los miembros católicos del parlamento alemán para que ayudaran a impulsar los decretos que permitieron que ya con Hitler en el poder, el mismo pudiera destruir las estructuras de la democracia alemana y gobernar dictatorialmente. Luego de que Hitler, ahora con poderes dictatoriales, pudo acabar con el partido comunista alemán, el Vaticano ordenó que el Partido Católico Alemán se desintegrara, lo cual ocurrió en 1933, de forma similar a como lo hizo su par italiano en 1927. En junio de 1933, Hitler y la Iglesia romana firmaron un concordato de acuerdo al cual la Iglesia romana debía ser leal al régimen nazi. De acuerdo al articulo 16 de ese concordato, “Los obispos, antes de tomar posesión de sus diócesis, prestarán en manos del lugarteniente del Reich (Reichsstatthalter) en el estado competente o bien en manos del Presidente del Reich un juramento de fidelidad según la siguiente fórmula: “Delante de Dios y sobre los Santos Evangelios, juro y prometo, como corresponde a un obispo, fidelidad al Reich alemán y al Estado...

Juro y prometo respetar y hacer respetar por mi clero el Gobierno establecido según las leyes constitucionales del Estado. Preocupándome, como es mi deber, del bien y del interés del Estado alemán, en el ejercicio del sagrado ministerio que se me ha confiado, trataré de impedir todo daño que pueda amenazarlo”. Poco después, el católico Franz Von Papen, que en 1933 era vicencaciller del nuevo gobierno y que tuvo un papel clave en el ascenso de Hitler al poder, ya que le propuso al presidente Hindenburg volverse vicecanciller en el gobierno de Hitler para mantenerlo “controlado”, afirmó lo siguiente “El Tercer Reich es el primer poder que no solo reconoce, sino que pone en práctica los altos principios del papado”. Franz Von Papen, líder del posteriormente desmantelado partido católico alemán, era un amigo personal del entonces secretario de Estado del vaticano, y futuro Papa Pio XII.

La Iglesia romana no tenia sus propios ejércitos, pero logró tener a su disposición los ejércitos de Alemania y de Italia. Sin embargo, Alemania e Italia no fueron los únicos países fascistas de los que la Iglesia romana se volvió aliado. El Arzobispo Stepinac ayudó al establecimiento de una brutal dictadura católica en Croacia, liderada por Ante Pavelić, líder de los Ustašas, aliados de la Alemania Nazi luego de que Alemania invadiera y fragmentara Yugoslavia.

Ante Pavelić comenzó un enorme genocidio de los cristianos ortodoxos serbios, así como de otros ortodoxos que formaron parte de otras partes de la antigua Yugoslavia, y de otras minorías étnicas, incluyendo los gitanos y judíos. Se dieron conversiones forzosas al catolicismo Romano, y la instauración de campos de concentración, el mas famoso era el campo de concentración de Jasenovac. El régimen de Ante Pavelić provoco la muerte de entre 172.000 y 290.000 serbios, entre 32.000 y 40.000 judíos, y entre 25.000 y 40.000 gitanos. El régimen de Pavelić seria derrotado junto con los otros países fascistas en la segunda guerra mundial, y Pavelić recibiría asilo primero por parte del Vaticano, y luego en Argentina, Chile, y finalmente en España, todos países del credo Romano.

A mediados de los 60's, cierta cordialidad entre la Iglesia romana y los ortodoxos comenzó a verse, comenzando un dialogo que no se veía desde hace varios siglos, y cuyo ejemplo mas famoso es que la excomunión mutua entre ambos fue borrada. De todos modos, la Iglesia Ortodoxa aun temía ser absorbida por el Vaticano, y las acciones de la Iglesia romana contra Rusia y contra los ortodoxos no terminaron con la segunda guerra mundial. En 1979, el Papa Juan Pablo II decide volver a su natal Polonia logrando que se juntaran cerca de tres millones de personas en torno a su figura, siendo que Polonia es una nación fuertemente del credo Romano, que en esa época formaba parte del bloque comunista soviético y era un bastión esencial del pacto de Varsovia. Polonia ya no volvería a ser la misma, ya que en 1980 una organización para comenzar la destrucción del bloque comunista, disfrazada en la forma de un sindicato católico, y conocida como “solidaridad”, bajo la dirección de Lech Walesa, comienza a operar en Polonia con la ayuda del Vaticano, en ese entonces con un Papa Polaco, y la ayuda de Occidente. Walesa no ocultó que su principal consejero era el mismo Papa, y Juan Pablo II dijo que si la Unión Soviética invadía Polonia para acabar con “solidaridad”, iría en persona a confrontarlos. Este sindicato finalmente lograría que el gobierno comunista de Polonia cayera en 1989, y esto generó una reacción en cadena que culminaría con la caída del muro de Berlín y con la caída de los gobiernos comunistas de Europa del Este que se encontraban bajo el dominio Soviético. Sin embargo se requería no solo que los gobiernos satélites de la Unión Soviética cayeran, sino que la Unión Soviética lo hiciera junto con ellos.

En Marzo de 1989, 36 de los 42 diputados de la república socialista de Lituania, en ese entonces una de las repúblicas que formaban parte de la Unión Soviética, eran candidatos del movimiento independentista Sąjūdis.

El 29 de mayo del año anterior, Juan Pablo II había nombrado como cardenal al obispo Sladkevicius, el primer cardenal lituano nombrado públicamente en tiempos modernos.

En febrero de 1989 los católicos lituanos vieron el surgimiento del primer periódico católico permitido en la Unión Soviética, el Kataliku Pasaulis. En la primavera de 1989 el Papa designó a dos nuevos obispos, Jouzapas Matulaitis y Jouzas Semaits, lo que elevó el número de obispos lituanos a nueve. Para el final de 1989, el soviet supremo de Lituania cambió su constitución dando a la iglesia y a otras organizaciones religiosas el carácter de entidades jurídicas, y el ministerio de educación de Lituania introdujo educación religiosa dentro de la educación general. El Papa Juan Pablo II era visto por los lituanos como un salvador junto con los lideres del movimiento independentista Sąjūdis, unido a la Iglesia romana. Lituania, al igual que Polonia, también es una nación del credo Romano, solo que a diferencia de Polonia, Lituania era parte del territorio soviético. El 8 de diciembre de 1989, el partido comunista de Lituania, bajo el liderazgo de Algirdas Brazauskas, decide separarse del partido comunista de la Unión Soviética. Lituania se independizó de la Unión Soviética el 11 de marzo de 1990, siendo la primera república de la Unión Soviética en hacerlo, y esto obviamente trajo una reacción en cadena.

El 12 de junio de 1990, el “Congreso de los Diputados del Pueblo de la República” aprobó la Declaración de soberanía estatal de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, que fue el comienzo de la "Guerra de las Leyes", enfrentando a la Unión Soviética con la naciente Federación Rusia y con las otras repúblicas constituyentes de la URSS. Ese mismo día, Boris Yeltsin, el Presidente del Presídium del Soviet Supremo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, renunció al partido comunista. La caída definitiva de la Unión Soviética se dio el 25 de Diciembre de 1991, o sea la fecha para la Navidad en el calendario gregoriano instaurado por la Iglesia romana. Con la renuncia de Gorbachov todo poder quedó conferido al gobierno presidido por Boris Yeltsin. En Yugoslavia, se desarrolló otro proceso de desintegración instigado por los católicos croatas en alianza con los musulmanes bosnios contra los serbios ortodoxos, que culminó con la desintegración de Yugoslavia tras una brutal guerra, y con las intervenciones de la OTAN, que bombardeó a los serbios primero en la guerra civil contra los bosnios y croatas, y luego en el conflicto de Kosovo, que ahora se encuentra separado de Serbia. Se puede decir que la Iglesia romana organizo dos grandes victorias contra su rival Ortodoxo, la primera fue derribar al Imperio Bizantino, y la segunda fue imposibilitar el retorno de Constantinopla a Grecia luego de la Primera Guerra Mundial.

También se podría hablar de una tercera victoria, que si bien no fué tan contundente, ya que el comunismo promulgaba el ateísmo y un sistema inviable, de todos modos es importante, y que ocurrió debido al desplome del bloque comunista gracias en parte a la gran colaboración del Vaticano y del credo Romano en la destrucción de este bloque. Este bloque al expandir el poder ruso mantenía al credo de la Iglesia Ortodoxa bajo la protección frente a potenciales invasores e influencias occidentales, tales como fueron Hitler en el siglo XX y Napoleón en el siglo XIX, dos invasores que declararon su lealtad a la Iglesia romana. Ademas la existencia del coloso Soviético mantenía a Rusia como una daga amenazante que de ser despertada podría poner al catolicismo Romano en serio peligro.

Luego de la caída del Imperio Bizantino, la Iglesia Ortodoxa Oriental, como es sabido, se afianzó profundamente en la Sagrada Rusia, y Rusia se volvió el centro de este credo, por lo que Moscú se convirtió en el sucesor de Constantinopla y en el heredero de su misión mundial.

Con la Rusia de los zares siendo algo del pasado, y con la Unión Soviética siendo algo que también pertenece al pasado, entonces resta por ver que nueva Rusia viene en lugar de la anterior, ya que si bien ciertos elementos ya se están perfilando, seguramente muchos aun restan por perfilar. En este marco el pensamiento ortodoxo es esencial, y debe ser fortalecido, lo que solo es posible observando con cuidado los puntos que plantearé más adelante. En 2018 el destino mostró su cara, el cisma entre La Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia de Constantinopla, sirvienta de Occidente, finalmente ha ocurrido, bajo la instigación política de los poderes occidentales y sus lacayos Petro Poroshenko y Bartolomé I, que buscan desmembrar ya no solo al espacio geo-politico ruso, sino a la mismísima fe rusa, en tiempos donde toda Ucrania se ha convertido en el instrumento de Occidente contra el despertar de la ancestral consciencia y poder emanados del pueblo ruso desafiante.

El 11 de Octubre de 2018 la actual Iglesia de Constantinopla, tracionando a sus hermanos de fe, decidio separar la Iglesia ucraniana de la rusa en una accion completamente criminal. La respuesta de Rusia fue rapida, llevando a la ruptura de relaciones con la Iglesia de Constantinopla y negándose a reconocer a la ilegal institución que Constantinopla pretende apoyar en Ucrania, tierra rusa e inseparable del destino de los rusos.

Desde esta perspectiva rusa, ya no hay vuelta atrás, el camino es la supervivencia del cristianismo ruso, y este camino demanda conocer un muy antiguo origen.

Escrito exclusivamente para www.mundo24.info y www.mundo24.online

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Diego Daniel García es graduado en antropología por la universidad estatal de Uruguay y ha publicado artículos en idioma ingles y serbio para el famoso portal ruso geopolitica.ru.

Durante toda una década, trabajó como escritor, publicando títulos en ingles (bajo el pseudonimo Pyotr Volkov). El largo recorrido expresado a través de sus dos obras: “Horizontes de la cuarta Teoría Política” (2019) y “Geopolitica del Apocalipsis” (2020)· abarca desde las religiones antiguas, el desarrollo de la ortodoxia cristiana y filósofos contemporáneos como el polémico pensador ruso Aleksandr Dugin.

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