La intervención militar rusa sobre el terreno probablemente nunca fue necesaria para detener el ataque de Ucrania en Donbass. El Kremlin podría haberse limitado a derribar la infraestructura civil y militar de Ucrania occidental y seguir repitiendo los ataques día tras día hasta que Ucrania cumpliera o fuera destruida. El conflicto podría haber durado una semana sin una sola baja rusa.

Pero el Kremlin optó por un papel de "Goody Two Shoes", es decir, un pequeño compromiso de fuerzas terrestres en las partes rusas del este de Ucrania que llevan mucho tiempo sufriendo los ataques de la artillería ucraniana contra los civiles y la tortura neonazi de la población rusa, sobre lo que no ha habido ninguna queja en los medios de comunicación de las putas occidentales.

Era obvio desde el principio que se trataba de un error estratégico cuyo lento avance daría tiempo a Washington para ampliar la guerra y respaldar a Ucrania con dinero, armas, entrenamiento, inteligencia e información sobre objetivos. Con el Kremlin decidido a confinar y limitar el conflicto a las regiones rusas de Ucrania, se impidió que los militares rusos interfirieran en la capacidad de Ucrania para dirigir la guerra. No se atacaron las comunicaciones e infraestructuras gubernamentales y militares de Kiev, lo que permitió a Ucrania participar en el conflicto sin ser tocada, una enorme desventaja autoinfligida a las fuerzas rusas. Aparentemente, esta política militar sin sentido era para mostrar que Rusia estaba rescatando Donbass, no conquistando Ucrania. En otras palabras, el Kremlin dejó que la opinión occidental limitara su operación militar.

Por supuesto, esta es la razón por la que Ucrania se ha negado a negociar con Putin. No hay ningún incentivo para que Ucrania negocie. Putin ha limitado la guerra a las zonas rusas, dejando a Ucrania intacta. Sólo los civiles rusos están siendo asesinados y sus ciudades y pueblos destruidos, mientras Ucrania sigue su camino como si la guerra no existiera.

La política rusa hacia Ucrania no tiene sentido desde 2014, cuando el Kremlin aceptó la creación por parte de Washington de un gobierno neonazi hostil en la frontera de Rusia. Si los ataques de hoy son solo un tirón de orejas, resultarán contraproducentes. Los ataques alimentarán más propaganda occidental, facilitando a Washington la expansión del conflicto y creando más determinación por parte de Ucrania.

Un funcionario del gobierno turco informa que lo que Putin realmente quiere no es una victoria en Ucrania sino "un nuevo gran acuerdo, un nuevo trato, con Occidente". El objetivo de Putin, dice, es renegociar el equilibrio de poder entre Moscú y Washington. https://www.rt.com/russia/564300-putin-west-deal-turkiye/

De ser así, se trata de una quimera del Kremlin. Washington está comprometido con la destrucción de Rusia, y el Kremlin sigue haciendo el juego a Washington. Si el Kremlin es incapaz de enfrentarse al hecho de que Occidente ha declarado la guerra a Rusia y pretende destruirla, el conflicto continuará en una espiral fuera de control. Lo que se necesita es una rápida y decisiva victoria rusa que ponga fin al conflicto y muestre a los Estados europeos títeres de Washington lo que significará para ellos la guerra contra Rusia. Sólo esto puede detener la guerra que se está desarrollando. Las negociaciones son totalmente impotentes, como seguramente ya ha aprendido el Kremlin.

Durante tres décadas ni una sola negociación con Occidente ha servido a los intereses de Rusia. ¿Por qué continuar con un enfoque totalmente fracasado? Un gobierno que responde a las amenazas con peticiones de negociación crea una imagen de sí mismo como un gobierno poco dispuesto a luchar, una imagen que fomenta más provocaciones hasta que, finalmente, se encuentra entre la espada y la pared. Así es como la sensatez del gobierno ruso anima a Washington a seguir presionando hasta llegar al Armagedón.

Fuente: https://www.paulcraigroberts.org/2022/10/10/overview-of-russian-strikes-on-ukraine/