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Mundo24

Doble rasero Rushdie-Assange

Muchos de quienes se indignan por el apuñalamiento del escritor indio no han levantado la voz ante una amenaza mucho mayor a nuestra libertad.

Nada de lo que voy a escribir debería interpretarse de ninguna manera en detrimento de mis simpatías por Salman Rushdie o de mi indignación por su terrible apuñalamiento.

Quienes pusieron una fatwa sobre su cabeza hace más de 30 años, cuando escribió la novela “Los versos satánicos”, posibilitaron este ataque. Merecen todo mi desdén. Le deseo una pronta recuperación.

Pero mi natural compasión por una víctima de la violencia y el respaldo que periódicamente expreso por la libertad de expresión no debería cegarme o cegarnos frente a la palabrería y la hipocresía generadas por su apuñalamiento la pasada semana, cuando estaba a punto de dar una charla en el estado de Nueva York (EE.UU.).

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El primer ministro británico Boris Johnson declaró estar “horrorizado de que Salman Rushdie haya sido apuñalado por ejercer un derecho que nunca deberíamos dejar de defender”. Su canciller, Rishi Sunak, uno de los dos pretendientes a la corona de Johnson, describió al novelista como “un campeón de la libertad de expresión y la libertad artística”.

Al otro lado del Atlántico, el presidente Joe Biden subrayó las cualidades de Rushdie: “Verdad, valor, resistencia. La capacidad de compartir ideas sin miedo… reafirmamos nuestro compromiso con todos aquellos valores profundamente estadounidenses en solidaridad con Salman Rushdie y con todos aquellos que defienden la libertad de expresión”.

La verdad es que la inmensa mayoría de quienes claman que este es un ataque no solo contra un prominente escritor, sino contra la sociedad occidental y sus libertades, no han abierto la boca durante los últimos años, mientras se iba desarrollando la mayor amenaza a esas libertades. O, en el caso de los líderes de gobierno occidentales, han conspirado activamente para socavar dichas libertades.

Prominentes figuras u organizaciones que ahora expresan su solidaridad con Rushdie han mantenido la cabeza baja o han hablado a media voz —o incluso, lo que es peor, han actuado como portavoces— de otro ataque mucho más grave: de nuestro derecho a conocer los crímenes masivos que se han cometido en nuestro nombre contra terceros.

Rushdie se ha ganado el rotundo apoyo de liberales y conservadores occidentales por igual, no por haber expresado claramente verdades difíciles, sino por quiénes son sus enemigos.

La verdad que nos muestra el espejo

Si lo que he dicho resulta poco sensible o sin sentido, consideren lo siguiente. Julian Assange ha pasado más de tres años en una celda de aislamiento de una cárcel de alta seguridad en Londres (y, antes que eso, siete años confinado en una pequeña habitación de la embajada ecuatoriana), en condiciones que Nils Melzer, el antiguo experto de Naciones Unidas para la tortura, ha descrito como tortura psicológica extrema.

Melzer y muchos otros temen por la vida de Assange si las autoridades de Gran Bretaña y Estados Unidos consiguen prolongar mucho más la detención del fundador de Wikileaks basada en acusaciones puramente políticas. Assange ya ha sufrido una apoplejía –como señala Melzer, una de las muchas potenciales reacciones físicas que sufren quienes se ven sometidos a un confinamiento prolongado.

Y recuerden que todo esto le está pasando por una sola razón: haber publicado documentos que demuestran que, al amparo de un falso humanitarismo, los gobiernos occidentales estaban cometiendo crímenes contra pueblos de tierras lejanas. Assange se enfrenta a acusaciones bajo la draconiana Ley de Espionaje solo porque hizo pública la espantosa verdad de las operaciones militares occidentales en países como Irak y Afganistán.

Claro que hay diferencias entre los respectivos casos de Rushdie y Assange, pero esas diferencias deberían suscitar más preocupación por la grave situación de Assange que por la de Rushdie. En la práctica, lo ocurrido es exactamente lo contrario.

El derecho a la libertad de expresión de Rushdie ha sido defendido porque lo ejerció para imaginar una historia alternativa de la formación del Islam y cuestionar implícitamente la autoridad de los clérigos y los gobiernos en tierras lejanas.

El derecho de Assange a la libertad de expresión ha sido ridiculizado, ignorado o, en el mejor de los casos, apoyado de forma débil y equívoca porque lo ejerció para sostener un espejo ante Occidente, mostrando exactamente lo que nuestros gobiernos están haciendo en secreto en muchas de esas mismas tierras lejanas.

El derecho a la vida de Rushdie fue amenazado por clérigos y gobiernos lejanos por cuestionar la base moral de su poder. El derecho a la vida de Assange está amenazado por los gobiernos occidentales porque cuestionó la base moral de su poder.

Entero artículo AQUÍ: https://rebelion.org/doble-rasero-rushdie-assange/

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