Las imágenes transcurren en un pueblo de pescadores de Venezuela llamado Puerto Concha. En una de las calles de este caluroso poblado en el estado de Zulia, fronterizo con Colombia, se reúnen varios grupos de niños para jugar. Antaño estas reuniones venían acompañadas de un balón de fútbol o de juegos de manos. En los callejones de Puerto Concha, esta juventud se sienta en un semicírculo y juega con barajas de billetes de bolívares, la moneda de Venezuela, pulverizada por la inflación más alta del mundo.

Por este motivo, en Puerto Concha importa poco o nada la moneda nacional y, durante estos últimos años, la población se ha familiarizado más con los pesos colombianos como alternativa. De todas formas, como muestran las imágenes, en este poblado los billetes de bolívares sí sirven para algo. Los niños se divierten intercambiándolos como cromos o para hacer papiroflexia formando coronas y otras figuras con los mismos.

Para muchos locales, el bolívar ya no forma parte de su día a día tras haber sufrido tres reconversiones monetarias desde 2008 que eliminaron 14 ceros a la moneda. "Aquí el bolívar ya pasó a la historia", remarca Jonatan Morán, de 32 años, obrero de una finca, desde el mostrador de una bodega repleta de productos colombianos, más baratos que los locales.

Al ser una región vecina de Colombia, no son pocas las personas que suelen cambiar dólares a pesos en Puerto Concha ya que les facilita las compras al menudeo. Evidentemente, esto no ocurre con el billete verde por culpa de que la dolarización informal limita el flujo de billetes de bajas denominaciones y complica las operaciones.

Con esta nueva "reexpresión" monetaria, "Venezuela pasa a ser el país de América Latina que ha eliminado más ceros de su moneda", señala el economista José Manuel Puente, convencido de que en unos meses se repetirá el ciclo y el nuevo bolívar quedará otra vez rezagado.

Esta inestabilidad expandió el uso del peso colombiano en los estados fronterizos, mientras el país vive una dolarización de facto, que si bien contradice la "narrativa antiyanqui" del chavismo, apunta Puente, es vista como "válvula de escape" frente a una economía con ocho años de recesión y cuatro de hiperinflación.

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